jueves, 28 de febrero de 2008

Modelos de aprendizaje




EL APRENDIZAJE BASADO EN METAS: UNA TEORÍA DEL APRENDIZAJE PARA TRANSFORMAR LA PRÁCTICA EDUCATIVA

Gardner (1991), en su libro The Unschooled Mind, comenta que, sin que haya necesidad de asignarles una calificación, todos los niños normales adquieren el idioma que hablan en su entorno. Más sorprendente aún es el hecho que niños muy pequeños que viven en un ambiente políglota pueden dominar varias lenguas. También sin gran ayuda formal los niños aprenden a cantar canciones, montar bicicletas, bailar, recordar cosas que vieron en su casa, en la carretera o en el campo.
El mismo autor se extraña de que la misma persona que aprendió uno o varios idiomas y que construyó teorías acerca de cómo funciona el mundo, cuando es mayor pueda ser incapaz de resolver problemas básicos y preguntas elaboradas de maneras ligeramente diferentes a aquéllas con las que han sido instruidos y evaluados formalmente. Cuando a los alumnos, después de un curso de biología, se les pregunta acerca de la teoría de la evolución, algunos de ellos siguen explicándola como un esfuerzo por lograr la perfección, lo que evidencia que la escuela no logró modificar las ideas intuitivas que tenían antes de tomar el curso.
Gardner también señala el hecho de que aun los alumnos de un curso de historia que pueden comentar en detalle las causas complejas de la Primera Guerra Mundial, explican los eventos actuales en términos de "los buenos" y "los malos", evidenciando la falta de extrapolación de una situación a la otra.
¿Qué pasa con la escuela, que no está logrando que los alumnos apliquen apropiadamente los conceptos y principios aprendidos a distintos problemas y preguntas que se les plantean por primera ocasión?
Quizá la respuesta se encuentre en el método pedagógico que se sigue en la mayoría de las escuelas: la repetición de datos hasta su memorización momentánea y la repetición de procedimientos hasta su mecanización.
Las prácticas educativas actuales tienen razones históricas más que pedagógicas; en ocasiones los maestros se limitan a traducir para los alumnos lo que está escrito en los textos a un lenguaje oral y a dictarles resúmenes y cuestionarios para que los memoricen para el examen. Este método, que se justificaba cuando los libros eran escasos, no tiene razón de ser cuando cada niño cuenta con los textos sobre los cuales debe trabajar. Se suele imponer a los alumnos la pesada carga de estar seis horas diarias atendiendo el discurso del maestro y llenando cuadernos de trabajo, además de que se les deja trabajo adicional igualmente irrelevante para una hora o dos en casa.
Tanta devoción a la memorización de datos da un resultado paradójico: los alumnos aprenden una cantidad sorprendentemente pequeña de información y se quedan con una comprensión superficial de los fenómenos que estudian. No podría ser de otra manera, dada la irrelevancia de los contenidos y los métodos que se utilizan para enseñarlos. Por ejemplo, los alumnos tienen que aprender la clasificación de las hojas según su forma y tipo de bordes; además de la i nutilidad de este conocimiento para la mayoría de los alumnos en el corto y largo plazo, el método utilizado es absurdo: memorizar los nombres de las clasificaciones y ver dibujos que representan algunos ejemplos de las categorías. Sin que este contenido deje de ser irrelevante, cuando menos se podría llevar a los alumnos al jardín para que, de manera inductiva, descubrieran que las hojas de las plantas tienen similitudes y que por lo tanto podrían agruparse. Aunque la idea del aprendizaje inductivo no es nueva, es poco común que los maestros utilicen tal tipo de enseñanza.
Es necesario volver a implementar un modelo de Aprendizaje basado en metas, veíamos que para los niños era tarea fácil aprender a tararear una canción en los primeros días de clase, puesto que había una necesidad creada, así como era una gran meta, celebrada por sus padres, pronunciar pequeñas palabras como papá, mamá, mami etc. Es necesario sembrar en el alumno un deseo de superación, ponerle metas y ponerle modelos que se han de imitar, no para ser copias fieles, sino para superarlos.

Queda abierta la pregunta: ¿Cómo enseñar de tal manera que los alumnos aprendan con agrado y con facilidad?

1 comentario:

Diego Murillo dijo...

Considero que la metodología a aplicar para que la enseñanza sea agradable debe surgir del pedagogo y de la aplicación de las técnicas de aprendizaje.

La acción pedagógica debe producir conocimiento sobre el alumnado afectado: sus gustos, creencias, situaciones sociales, y principalmente necesidades como personas.

El estímulo de la interacción social en el aula de clase contribuye a la formulación de mecanismos para aplicar diversas actividades que resulten de interés general y no sólo a un individuo o subgrupo de estudio.

Un ambiente basado en la educabilidad, regenera la conducta social, no hacia el colectivo, sino desde dentro del individuo produciendo un cambio en su ambiente y en su pensamiento hacia ese contexto social en que se encuentra.

Diego Fernando Murillo Bejarano
Programa Lic. en Filosofía y Ed. Religiosa
Fundación Universitaria Católica del Norte