lunes, 24 de marzo de 2008

INTELIGENCIA ESPACIAL, ESPACIOS PARA LA INTELIGENCIA

Dairo A. Cataño G.[1]
dairo63@hotmail.com

La vida reside, habita, mora, se aloja, no puede prescindir del lugar.
Se diría que dibuja y codifica su definición; entiendo por esta última palabra lo que dice su etimología: la asignación de límites o de fronteras, abiertas o cerradas.
Dime dónde vives y te diré quién eres.
Michel Serrés[2]

El ser humano se relaciona con el mundo de manera espacial. La primera identificación y relación que conquista de su entorno la hace en tanto lo reconoce como distinto de sí mismo, como externo, fuera de sí. Los sentidos, desde los primeros años de infancia, le permiten constatar una existencia de seres y cosas distintos. Es más, la misma naturaleza de los sentidos parece estar dispuesta a captar la exterioridad; sacan irremediablemente al ser humano de su mismidad y yoicidad; se podría decir sin ambages que los sentidos son los puentes con el mundo y con los otros.

Por otro lado, el hombre se habita a sí mismo, es un espacio que se controla y se dirige, a veces con éxito, otras sin él. Su cuerpo es su casa, su única morada, de la que no puede despojarse en dejar de ser él. El hombre: espacio, en medio de otros: espacios. Vida interna y vida externa. De allí que se comprenda la frase de Serrés: Dime dónde vives y te diré quién eres

De manera que constatar la vida es constatar la existencia de cosas que nos rodean, entre las que nos desplazamos, dentro de las que a veces estamos, de las que hacemos uso, con las que creamos y transformamos, sobre las que nos movilizamos, bajo las que nos guarnecemos, ante las que nos posicionamos; es descubrirnos como seres-en-el-mundo cuya conciencia de las cosas -los objetos y las personas que están contenidas en el espacio-, no es un mero accesorio, cuya relación es opcional, sino dimensión constitutiva de la naturaleza humana. El hombre no es sólo lo que es, también lo que hace con lo que le rodea para ser lo que es.

La Inteligencia espacial es la habilidad o la capacidad de formar modelos mentales de los seres y las cosas que nos rodean y poder maniobrar u operar con esos modelos. Cualificar esta inteligencia es contribuir a humanizar al hombre y darle herramientas para que se desenvuelva con mayor destreza en cualquier medio. Por ello es una tarea prioritaria de escuela desde las más tiernas edades.

[1] Estudiante de licencitura en filosofía y ciencias religiosas UCN
[2] SERRÉS, Michael. Atlas. Cátedra. Madrid, 1994.

1 comentario:

Luz Yepes dijo...

Gracias Dairo por su interés participar el blog. Su aporte nos afianza una vez más que nuestra ardua labor de educar es un aprendizaje diario.
Saludos
Luz Marina